viernes, 9 de mayo de 2014

La fuerza de vivir (3ªparte)

 Esta es la tercera parte de la historia que empecé a subir hace unas semanas, si no os habéis leído la primera parte y la segunda recomiendo que lo hagáis antes de seguir con esta.
¡ESPERO QUE OS GUSTE!



Cuando entré en el estudio el equipo ya me estaba esperando, preparados para hacer realidad uno de mis sueños. En aquel momento me dejó de importar la amenaza de Saray, lo único que tenía en mi cabeza era el deseo de querer volver a sentir a mi madre. Me encerré en la cabina, me puse los auriculares y me coloqué delante del micrófono; cuando estuve lista examiné de reojo a Óliver, este se dio cuenta por lo que  me saludó con la mano; avergonzada bajé la mirada y una sonrisa infantil salió de mis labios. Esperé a que el DJ me diese su aprobación para empezar y, cuando lo hizo, me volví a rencontrar con mis padres. Los sentía a mi lado, abrazándome y protegiéndome, dejé que la melodía entrase por los poros de mi cuerpo para poder percibirles mejor, casi podía palparles y ver sus rostros de nuevo. Sin darme cuenta la canción llegó a su final, aquellos tres minutos y medio llegaron a hacerse demasiado cortos y cuando mis labios se cerraron mis padres se desvanecieron. Suspiré agotada y miré a mi equipo.
-¿Qué tal?-.
El productor levantó el dedo pulgar:- Ha sido lo más hermoso que he oído nunca, ven a escucharlo y ahora continuamos-.
Sonreí y miré de nuevo a Óliver, se había levantado y me estaba esperando en la puerta, seguramente para abrazarme, se estaba acostumbrando demasiado a las muestras de afecto. Cuando dejé los auriculares y fui a reunirme con él uno de los asistentes pasó corriendo a la sala, nervioso.
-Tenéis que ver esto-.

Todos los allí presentes salimos tras él, miré dubitativa a Óliver pero él parecía igual de perdido. Cuando llegamos al salón el asistente señaló la televisión; era una entrevista que le estaban realizando a Saray, en cuanto la vi supe que iba a ocurrir algo terrible.
-Exacto, vengo a hablar de la nueva estrella de la canción, Jess-. Me acerqué aún más para poder oír bien:- Me veo en la obligación de contar que es una impostora, sobornó a la disquera para llegar hasta donde está, utilizó a su difunta madre para que le abriesen las puertas, es más, ni siquiera sabe cantar, esa voz que escucháis está totalmente retocada; mintió a mi compañero Óliver para conseguir una audición con el jefe,-. Mi canción comenzó a sonar en el plató, sin embargo aquella no era mi voz, sí que tenía un cierto parecido, pero estaba totalmente distorsionada; sin duda estaba manipulada:- También tengo que decir que esta chica no es lo que parece, seguramente la mayoría penséis que es muy inocente y amable, al fin y al cabo es la imagen que da, pero es todo lo contrario, se pasa el día saliendo con chicos distintos, los utiliza y luego los desecha como si fueran basura, todo esto lo sé porque cuando nos conocimos creí que podíamos ser amigas, pero me dijo que nunca se juntaría con alguien como yo, que era demasiado inferior-. Me llevé las manos a la boca ¿Por qué estaba mintiendo de esa manera? Yo no era así ¿Cómo podía decir todo aquello delante de las cámaras con tanta calma cuando sabía que nada era cierto?:- Me duele mucho haber tenido que sacarlo a la luz así, pero tenía que hacerlo, y no sólo porque así me quedo más tranquila, también porque veo injusto que vosotros y mi amigo Óliver esteis tan engañados -. La entrevista prosiguió pero yo no podía seguir escuchando, me cubrí el rostro para que ninguno de los presentes viese mis lágrimas y salí corriendo al pasillo. cerré la puerta tras de mí, arrastré mi espalda por la pared y, cuando llegué al suelo, me refugié entre mis piernas. Sabía que nadie saldría de allí hasta que terminase la entrevista así que tenía unos minutos para tranquilizarme y hablar con mi equipo, sin embargo la puerta se abrió antes de lo esperado; me quedé acurrucada esperando que fuese alguien que no me conociese y pasase de largo, pero no fue así.

-¿Quieres contarme algo?-.
El corazón se me paró, no había pensado todavía cómo afrontar una conversación con Óliver después de aquello; respiré hondo y le miré a los ojos:- Oli, es mentira, yo no he sobornado a nadie, no he utilizado a mi madre y muchísimo menos te he utilizado a ti-.
Él suspiró:- Todo eso ya lo sé, no me he creído nada-.
Estaba sorprendida, sentía que las lágrimas amenazaban con salir de nuevo:- ¿En serio?-.
-Lo único que quiero saber es si es verdad lo de... bueno... esos chicos-.
Su pregunta me crispó y los colores estallaron en mis mejillas:- ¡No! ¡Por supuesto que no!-.
Él desvió la mirada, parecía avergonzado:- ¿Seguro? Porque entendería que hubieras estado con otros  chicos o que estés, tampoco es que sea nada malo si no te has comprometido con alguien-.
-Dios Oli, para ya, sabes perfectamente que no es mi caso-. 
Nos quedamos unos segundos atrapados en un silencio incómodo, estaba intentando encontrar un modo de mejorar el ambiente cuando descubrí que las palabras que me había dicho no me gustaban nada.
-¿Has dicho que entenderías que estuviese con otros chicos?-. Me crucé de brazos, molesta:- Así que tú eres de esos que piensan que te puedes liar con una chica cada noche y luego hacer como que no las conoces-.
Óliver se inquietó e intentó arreglarlo:- No, no he dicho eso-.
Subí las cejas:- También has dicho que no es nada malo porque tú no te comprometes ni nada-.
-Estás tergiversando lo que he dicho-.
Fruncí el ceño y fingí pensármelo:- No, creo que lo he dicho casi exactamente igual que tú-.
-Bueno pues le estás sacando un doble significado-.
Solté una risa sarcástica:- ¿A eso se le puede sacar un doble significado? Qué sorpresa-.
-¿Acaso estás celosa? Porque es lo que parece-.
Se me formó un nudo en la garganta, era exactamente lo que me pasaba; carraspeé:- Claro que no, no tengo motivos para estarlo-.
Él sonrió:- ¿Estás segura?-.
Todo mi rostro se sonrojó, aunque no estaba segura si era por la vergüenza o por la ira:- Pues sí, idiota-.
Se rió:- Vaya, pues esa reacción la tendría alguien que está celoso-.
-¿No será que el que está celoso eres tú y por eso dijiste esa tontería?-.
-Pues mira, puede que sí-.
Estaba preparada para seguir con la discusión, pero aquellas palabras me enmudecieron; millones de pensamientos recorrían mi cabeza a la velocidad de la luz ¿Lo había dicho en serio? O ¿Era su manera de desarmarme? En caso de que fuese cierto ¿Qué quería decir aquello? ¿Significaba que le gustaba? Mi corazón comenzó a latir con celeridad, no tenía ni idea de cómo responder. 
-Jess-.
-¿Lo has dicho en serio?-.
Él se acercó un poco más a mí y me miró fijamente:- ¿Sería algo malo si fuese así?-.
Me quedé embelesada, observándole, por más que buscaba en sus ojos una prueba de que aquello era una broma no la encontraba, parecía muy sincero; mi corazón me decía a gritos que me tirase a sus brazos y que le soltase lo que de verdad residía en mi interior, aquellos intensos sentimientos que habían ido creciendo desde el mismo momento en el que le conocí; todo mi cuerpo se estremecía al pensar que podríamos estar juntos, pero una vez más mi cabeza consiguió imponerse ante mis deseos. 
Estaba enferma, podía morir en cualquier momento, no podía hacerle aquello, sería muy egoísta por mi parte.
Rápidamente bajé la mirada y me alejé un poco de él, pude imaginarme la decepción dibujada en su rostro así que cerré los ojos con fuerza y busqué una manera de salir de aquella situación.
-Será mejor que volvamos a la sala, tengo que aclarar muchas cosas ahí dentro-.
Me dispuse a meterme de nuevo con el equipo, pero Oli me agarró del brazo y me lo impidió:- Jess, espera-. Vacilé, sabía que debía mantener la compostura y seguir adelante, pero no podía continuar dañándole.
-Qué pasa-.
Suspiró:- Vale que yo sepa que todo eso es mentira, pero aquí lo que importa es que la gente te crea; hasta que no lo soluciones vas a escuchar muchas cosas desagradables así que tienes que ser fuerte ¿Entendido?
Asentí:- Está bien-.
Oli me soltó y se volvió de nuevo a mí:- No me estás ocultando nada ¿Verdad?-.
Me sobresalté ¿Acaso lo sabía?:- ¿Por qué me preguntas eso?-.
Él me sonrió y subió los hombros:- No lo sé, a veces tengo la sensación de que escondes algo-. Yo asentí pero no contesté, antes de llegar al estudio estaba dispuesta a contarle la verdad, pero ahora no me veía capaz.
-Será mejor que me vaya-.
Respiré hondo y le devolví la sonrisa:- Está bien, luego te llamo y te cuento cómo ha ido todo-.
-Hasta luego entonces-. Creí que se despediría con la mano y desaparecería por el pasillo, pero, en vez de eso, se acercó a mí, se inclinó y me dio un sutil beso en la mejilla. No supe cómo reaccionar, simplemente me quedé paralizada; él se rió un poco a causa de mi reacción y se marchó sin decir nada. Cuando me quedé sola me llevé la mano al lugar donde se habían apoyado sus labios y una risa tonta salió de mi garganta, sabía que no debía reaccionar de aquella manera, pero no podía evitarlo. 

Me mordí el labio, respiré hondo e intenté tranquilizarme, había llegado el momento de encontrar una solución al problema que había causado Saray.



Un intenso dolor me despertó de mi ensoñación; las máquinas que estaban conectadas a mí habían empezado a sonar como locas intentando de aquella manera avisar a los doctores de que algo no iba bien. Noté que alguien soltaba mi mano y salía corriendo al pasillo, seguramente habría ido a buscar ayuda ¿Acaso había llegado el momento? ¿Era este mi final? Comencé a angustiarme, no estaba preparada, no quería irme, era demasiado pronto; por primera vez desde que conseguí recuperar la consciencia sentí cómo mi cuerpo comenzaba a funcionar así que pataleé en un intentó desesperado por mantenerme con vida, quizás comportarme así empeorase las cosas, pero era lo único que se me ocurría, lo único que podía hacer para convencerme de que no me había muerto, de que podía seguir luchando. Unas manos empezaron a agarrar mis extremidades así que abrí los ojos y vi a un pequeño grupo de doctores rodeándome, aquello no me ayudó a tranquilizarme, es más hizo el efecto contrario. El dolor iba aumentando por momentos y, con él, el miedo; no pude evitar soltar un grito de espanto, no sabía que hacer, no sabía cómo reaccionar, lo único que sabía era que quería que acabase toda esa pesadilla. De reojo vi como un doctor inyectaba un líquido en la vía que tenía puesta en el brazo, pensé que podía ser algún medicamento para el dolor, pero cuando noté que todo mi cuerpo dejaba una vez más de obedecer supe que me habían puesto un calmante, no tardaría mucho tiempo en dormirme. Los doctores se tranquilizaron y me soltaron, fue entonces, justo antes de sumirme en la oscuridad, cuando un joven al que conocía muy bien apareció en mi campo de visión y me dio un beso en la mejilla.





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